martes, 27 de abril de 2010

Daños del rock

Esta música puede tener efectos y consecuencias físicas asombrosas: cambios en el pulso y la respiración, secreción acrecentada de las glándulas endocrinas, en particular la glándula pituitaria que regula los procesos vitales en el organismo. Cuando aumenta la música la laringe se contrae, cuando baja se distiende.
El metabolismo de base y el porcentaje de azúcar en la sangre se modifican a lo largo de la audición. Se puede entonces pensar en “jugar” con el organismo humano como se toca un instrumento musical y de hecho ciertos compositores de música se propusieron manipular el cerebro provocando un corto circuito en las facultades conscientes tal como hace la droga.

El rito predominante del rock y del pop condiciona primero el cuerpo y luego estimula ciertas funciones hormonales del sistema endocrino.

Estos efectos aumentan con la intensidad de la música. Más allá de 80 decibeles el efecto es desagradable, a más de 90 se vuelve perjudicial.

Ahora bien, en los conciertos rock se ha medido de 106 a 108 decibeles en el centro de la sala y 120 cerca de la orquesta; los especialistas también descubren en los jóvenes problemas de audición propios de los adultos de más de 50 años, así como un aumento inquietante de enfermedades cardio vasculares o problemas de equilibrio.

Las consecuencias de la audición de la música Rock se centra en cinco temas capitales: el sexo, la droga, la rebelión, la falsa religión y la influencia diabólica.

La inteligencia, la voluntad, y la conciencia moral sufren tal ataque por todos los sentidos que sus capacidades de discernimiento y de resistencia disminuyen en gran medida, incluso a veces se neutralizan. En este estado de confusión moral y mental la vía queda completamente abierta a la liberación más violenta de los impulsos contenidos, tales como el odio, la ira, la envidia, la venganza y la sexualidad.

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